La asociación ‘La Alhóndiga’ de Arévalo ha presentado dos solicitudes al Ayuntamiento de Arévalo relacionadas con la cultura y el patrimonio de la capital de La Moraña. En este sentido, el pasado 29 de septiembre se presentó un escrito en el que se solicitaba una intervención en la zona conocida como Rincón del Diablo. Al respecto Juan Carlos López, presidente de la asociación ‘La Alhóndiga’ de Arévalo, ha señalado que es necesario sujetar y consolidar el cubo y los paños de muralla medieval que se encuentran, en la actualidad, en riesgo avanzado de ruina.
Cabe señalar que este rincón se ubica en una zona muy próxima a la plaza del Arrabal y al recorrido habitual que los turistas realizan para visitar la iglesia de San Juan, la de San Miguel o el castillo de Arévalo. Por ello, proponen instalar paneles informativos que aportarían datos muy interesantes sobre diversos aspectos relacionados con la historia del ‘Rincón del Diablo’ en particular y de Arévalo en general.
Igualmente se pide actuar en dicho entorno, limpiando la zona y creando un bello mirador desde el que asomarse al poniente de Arévalo. “Desde este lugar se pueden contemplar los puentes mudéjares bajo una perspectiva privilegiada, una parte del río Arevalillo así como los restos del molino Valencia o molino Quemao”, apuntó Juan Carlos López.
En la segunda petición registrada en el Ayuntamiento de Arévalo, el pasado 18 de octubre, han pedido que se realicen obras de reparación y mantenimiento en el panteón en el que Julio Escobar descansa junto a su mujer Sagrario Faura, en el cementerio de Arévalo. “Teniendo en cuenta que el escritor Julio Escobar Cubo fue uno de los hijos más preclaros de Arévalo, dejando no solo un legado cultural de reconocido nivel sino también un importante legado patrimonial a su Arévalo natal”, resaltó Juan Carlos López.
Julio Escobar, que nació en Arévalo el 19 de enero de 1901, dedicó buena parte de su tiempo a las letras, con una prosa castiza y tradicional en novelas de corte social, ambientadas en el medio rural que tan bien conocía. A Madrigal de las Altas Torres le dedicó ‘El hidalgo de Madrigal’ y a su Arévalo natal, de forma explícita, ‘El novillo del alba’. Julio Escobar murió el 30 de julio de 1994 en la localidad madrileña de Los Molinos.