La ganadera María José Gail, natural de Cisla, tiene una explotación innovadora en la localidad morañega de El Oso. Su apuesta es novedosa porque ha decidido criar vacas de raza Hereford, que tiene unas características muy particulares, no tienen cuernos y tienen grasa intramuscular, conocida como infiltrada, que da a la carne del animal una textura especial. Además son vacas de fácil manejo y paren sin problemas, según explica esta joven ganadera.
En este momento su cabaña se compone de 60 reses, pero espera duplicar esta cifra al llegar al final del año, si sus planes se llevan a cabo como prevé.
Además innova también a la hora de hacer la alimentación de esas reses. Se dio cuenta del gran gasto que supone dar de comer a las vacas y decidió hacer su pienso ella misma, para ello usa remolacha y maíz y otros productos agrícolas de la zona. Considera su decisión acertada, ya que, desde que cambió el pienso que se usa habitualmente por el elaborado por ella de forma artesana, nota que “las vacas han engordado una barbaridad y su pelo es más brillante”.
María José compatibiliza esta labor con su papel de madre de dos niños de 4 y 2 años y reconoce que el principal obstáculo que ha encontrado en esta aventura que ha emprendido ha sido la cantidad de las trabas burocráticas que ha tenido que afrontar. Se queja porque por el momento le han denegado las ayudas con las que esperaba contar. Según explica, la persona que atendió su caso desde la administración regional “no considera posible que pueda compaginar las labores de madre y ganadera”, recuerda dolida y crítica. Explica que ha ido a notificar su desacuerdo incluso a la propia consejería de Agricultura y Ganadería, a Valladolid, pero allí también le deniegan la ayuda al basarse en el informe de la delegación de la Junta. No obstante, ha cursado una denuncia y el juzgado de lo contencioso-administrativo tendrá la última palabra sobre la ayuda que requiere.